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martes, 24 de abril de 2018

La Princesa Rapunzel

La princesa Rapunzel
Había una vez una linda pareja cuyo único deseo era tener un bebé. Tras años de espera, por fin lograron quedar embarazados y su felicidad se vio completa. Tendrían una hija o hijo y podrían ser una adorable familia.
Sin embargo, no parecía que la felicidad estuviese destinada a ellos. Frente a su casa había un huerto donde crecían bellísimos frutos y flores.
La mujer siempre había deseado probarlos, pero ni ella ni su marido se habían atrevido nunca a ir en su busca porque se decía que el terreno pertenecía a una cruel hechicera.
Nadie entraba a ese huerto, pero aún así el deseo crecía por días en el interior de la mujer, que al no poder probar alguna de las manzanas que cada día disfrutaba con la vista, cayó gravemente enferma de pena.
Ante la situación, que podía traer consecuencias también para el bebé, el hombre irrumpió en la huerta sin temor alguno y llevo algunas manzanas a su amor.
Como por arte de magia, al comer las frutas el estado de salud de la mujer mejoró, pero para mantenerse bien necesitaba comerlas cada día.
Por ello todas las tardes el hombre irrumpía en la huerta de la hechicera hasta que esta, vigilante por la falta que percibió en su cultivo favorito, las manzanas, lo atrapó y amenazó con cobrarle su vida por tamaña osadía.
El hombre le suplicó clemencia y le explicó el motivo por el cual tomaba las manzanas.
La bruja comprendió al hombre pero en su corazón no había sitio para la bondad, por lo que le propuso un trato. Podría seguir llevando manzanas a su esposa, pero cuando naciera el bebé se lo entregaría a ella, que nunca había podido tener hijos.
Al buen hombre no le quedó otro remedio que aceptar.
Cuando nació su bebé, que era una tierna y linda niña, se le llevó a la hechicera, quien a la postre terminó criándola.
Pasaron los años y la niña, que se había convertido en la muchacha más bella que se había visto nunca por aquellos lares, despertó la envidia de la bruja, que decidió encerrarla en una torra alta y alejada, donde no había puertas por las que entrar o salir.
La torre solo tenía una ventana alta desde la que Rapunzel, nombre que había dado la bruja a la niña, podía asomarse siempre que quisiera a disfrutar del paisaje.
No obstante, la soledad y la reclusión no hacen la felicidad, por lo que Rapunzel no era ni de lejos una muchacha feliz. Su única interacción era con la hechicera, que cada tarde iba a la torre y la llamaba para que dejara caer su larga trenza y ella subir a verla y darle los alimentos necesarios.
Un día esta rutina fue apreciada por un joven que, atraído por el canto de Rapunzel, se había acercado a la torre y se escondió tras un árbol al ver a la bruja. Vio como esta llamó a la bella muchacha y le pidió que dejase caer su trenza hasta el suelo para subir.
Así, cuando la malévola hechicera se fue, hizo lo mismo y trepó hasta la torre, con lo que Rapunzel
se llevó una gran sorpresa.
Al principio se asustó mucho, pues estaba acostumbrada solo a la presencia de la bruja, que en definitiva la había criado desde bebé, pero a medida que pasaron los minutos e interactuaba con el joven apuesto, se sintió bien y descubrió que compartir con él le resultaba más atractivo que estar recluida en la torre, cantar y recibir la visita de la hechicera.
Sin embargo, la felicidad de los bellos jóvenes no duró mucho.
La bruja había olvidado su sombrero en la torre y regresó antes de lo previsto. Se percató que Rapunzel no estaba sola y espero a que el joven descendiese de la torre para atraparlo y dejarlo ciego con un hechizo.
Luego subió y cortó la trenza de Rapunzel, a la que desterró a una cabaña en un apartado del bosque que no frecuentaba nunca ninguna persona.
Cegado, el joven estuvo condenado a vagar por el bosque, impedido de encontrar el camino a su casa y mucho menos de volver a contemplar la belleza de Rapunzel.
Tras muchos meses de andares torpes y a ciegas, escuchó a lo lejos una bella voz que le resultó familiar. Siguió su rastro y a medida que se acercaba descubrió que esa voz era la de su bella Rapunzel.
Cuando lo vio, la muchacha fue corriendo a su encuentro y lo abrazó con gran ternura. Creyó que había ido a rescatarla de aquel infierno, pero al ver que el joven estaba ciego por un maleficio de la hechicera rompió en llanto.
Tanto lloró, que inevitablemente algunas de sus lágrimas llegaron a los ojos del muchacho, devolviéndole la visión.
Esto hizo muy feliz a la pareja que sin dudarlo se fue para siempre de aquel sitio, al pueblo del que provenía el joven, que en definitiva era un príncipe muy querido.
La historia no es muy clara sobre si Rapunzel y su príncipe se casaron o quedaron como muy buenos amigos. Nosotros, amantes de los finales felices, más cuando se lucha mucho para conseguirlos, queremos creer que sí lo hicieron y que reinaron juntos, llevando felicidad a toda la comarca y a los muchos hijos que de seguro tuvieron.
fuentes:https://www.chiquipedia.com

La caperucita roja



Érase una vez una niña que era muy querida por su abuelita, a la que visitaba con frecuencia aunque vivía al otro lado del bosque. Su madre que sabía coser muy bien le había hecha una bonita caperuza roja que la niña nunca se quitaba, por lo que todos la llamaban Caperucita roja.
Una tarde la madre la mandó a casa de la abuelita que se encontraba muy enferma, para que le llevara unos pasteles recién horneados, una cesta de pan y mantequilla.
– “Caperucita anda a ver cómo sigue tu abuelita y llévale esta cesta que le he preparado”, –le dijo. Además le advirtió: –“No te apartes del camino ni hables con extraños, que puede ser peligroso”.
Caperucita que siempre era obediente asintió y le contestó a su mamá: – “No te preocupes que tendré cuidado”. Tomó la cesta, se despidió cariñosamente y emprendió el camino hacia casa de su abuelita, cantando y bailando como acostumbraba.
No había llegado demasiado lejos cuando se encontró con un lobo que le preguntó: – “Caperucita, caperucita ¿a dónde vas con tantas prisas?”Cuento de Caperucita Roja
Caperucita lo miró y pensó en lo que le había pedido su mamá antes de salir, pero como no sintió temor alguno le contestó sin recelo. – “A casa de mi abuelita, que está muy enfermita”.
A lo que el lobo replicó: – “¿Y d ó nde vive tu abuelita?”.
– “Más allá de donde termina el bosque, en un claro rodeado de grandes robles”. – Respondió Caperucita sin sospechar que ya el lobo se deleitaba pensando en lo bien que sabría.
El lobo que ya había decidido comerse a Caperucita, pensó que era mejor si primero tomaba a la abuelita como aperitivo. – “No debe estar tan jugosa y tierna, pero igual servirá”, – se dijo mientras ideaba un plan.
Mientras acompañaba a esta por el camino, astutamente le sugirió: – “¿Sabes qué haría realmente feliz a tu abuelita? Si les llevas algunas de las flores que crecen en el bosque”.
Caperucita también pensó que era una buena idea, pero recordó nuevamente las palabras de su mamá. – “Es que mi mamá me dijo que no me apartara del camino”. A lo que el lobo le contestó: – “¿Ves ese camino que está a lo lejos? Es un atajo con el que llegarás más rápido a casa de tu abuelita”.
Sin imaginar que el lobo la había engañado, esta aceptó y se despidió de él. El lobo sin perder tiempo alguno se dirigió a la casa de la abuela, a la que engañó haciéndole creer que era su nieta Caperucita. Luego de devorar a la abuela se puso su gorro, su camisón y se metió en la cama a esperar a que llegase el plato principal de su comida.
A los pocos minutos llegó Caperucita roja, quien alegremente llamó a la puerta y al ver que nadie respondía entró. La niña se acercó lentamente a la cama, donde se encontraba tumbada su abuelita con un aspecto irreconocible.
Cuento infantil de Caperucita Roja– “Abuelita, que ojos más grandes tienes”, – dijo con extrañeza.
– “Son para verte mejor”, – dijo el lobo imitando con mucho esfuerzo la voz de la abuelita.
– “Abuelita, pero que orejas tan grandes tienes” – dijo Caperucita aún sin entender por qué su abuela lucía tan cambiada.
– “Son para oírte mejor”, – volvió a decir el lobo.
– “Y que boca tan grande tienes”.
– “Para comerte mejooooooooor”, – chilló el lobo que diciendo esto se abalanzó sobre Caperucita, a quien se comió de un solo bocado, igual que había hecho antes con la abuelita.
En el momento en que esto sucedía pasaba un cazador cerca de allí, que oyó lo que parecía ser el grito de una niña pequeña. Le tomó algunos minutos llegar hasta la cabaña, en la que para su sorpresa encontró al lobo durmiendo una siesta, con la panza enorme de lo harto que estaba.
El cazador dudó si disparar al malvado lobo con su escopeta, pero luego pensó que era mejor usar su cuchillo de caza y abrir su panza, para ver a quién se había comido el bribón. Y así fue como con tan solo dos cortes logró sacar a Caperucita y a su abuelita, quienes aún estaban vivas en el interior del lobo.
Entre todos decidieron darle un escarmiento al lobo, por lo que le llenaron la barriga de piedras y luego la volvieron a coser. Al despertarse este sintió una terrible sed y lo que pensó que había sido una mala digestión. Con mucho trabajo llegó al arroyo más cercano y cuando se acercó a la orilla, se tambaleó y cayó al agua, donde se ahogó por el peso de las piedras.
Caperucita roja aprendió la lección y pidió perdón a su madre por desobedecerla. En lo adelante nunca más volvería a conversar con extraños o a entretenerse en el bosque. 
fin
fuente:https://www.chiquipedia.com

MI PRIMER JUGETE



Este es uno de mis juguetes preferidos que tuve en mi infancia su nombre es luna , cuando era pequeña mi madre me regalo con mucho  amor y cariño y desde ahí era inseparable de ella , la llevaba a todas partes con migo por que para mi significaba mucho , por que como era única hija mujer solo jugaba con ella y a beses con mis hermanos, pero luna marco mi infancia por que ella fue como una compañera para mi ya que solo con ella me distraía y divertía 
yo aprecio bastante esa muñeca la primera por que mi mama me lo regalo y la segunda por que me agrado mucho y fue como una amiga  para mi , es un bonito recuerdo para mi 

viernes, 13 de abril de 2018

mis experiencias de ayudantia

Mi nombre es Betzabe Quispe Yaranga actualmente vengo cursando mis estudios profesionales en el Instituto de Educación Superior Pedagógico Publico de Puquio V ciclo de la especialidad educación inicial, he elegido ser docente por vocación y por dos razones muy importante: La primera por que me gusta los niños y tengo paciencia para ellos, y la segunda por que eh entendido que los niños son el futuro de nuestro país y es muy importante que nosotros los docentes le inculquemos los buenos valores desde la infancia para así tener en el futuro personas capaces de liderar e interactuar entre ellos sin exclusión alguna y todos por igual.
 En el año 2017 tuve una oportunidad de visitar varias instituciones , ya que para mi fue una experiencia inolvidable en mi carrera profesional entre ellas la institución educativa ccallao en la cual realice mis ayudantias y gane muchas experiencias gracias a ello. Y tuve la oportunidad de conocer  a la directora Rosa ya que ella nos recibió amable mente y nos dio a conocer cuantas aulas y docentes trabajaban en la institución, en la cual tuve la oportunidad de trabajar con los niños de 3 años. Y entonces fue que entendí el lema "todo por amor, y nada por la fuerza" ya que al que trabajar con los niños es algo muy hermoso por que se comparte varias experiencias con ellos y nosotros como docentes tenemos que tener paciencia y tratar con mucho amor y cariño para que así los niños tengan confianza en nosotros y trabajen favorablemente.
 Y agradecer a mis docentes que día a día nos inculca con sus enseñanzas y anécdotas para así desenvolvernos mejor con los niños y ganar experiencias favorables , también agradecer a mis compañeros que hoy forman parte de mi vida profesional ya que con ellos pasamos muchas experiencias ya sean buenas o malas pero siempre juntos para apoyarnos y así todos podremos lograr nuestras metas
   

PERSONAL SOCIAL

APRENDIENDO A  LAVAR LOS DIENTES Juego de lavar dientes sucios con el cepillo. Haz clic y mueve el mouse para lavar los dientes y quit...